miércoles, 5 de diciembre de 2012

La misteriosa anciana.

Todos los días salía con mis amigos al parque que estaba al lado de una gran casa gris rodeada de árboles excepto por una ventana, más o menos a la altura del suelo. Mis amigos y yo jugábamos sin parar, columpios, toboganes, balancines, todo tipo de juegos. A veces percatábamos la mirada de una anciana de pelo muy largo y gris, siempre trenzado. Siempre se sentaba en la mecedora y nos miraba. Nosotros no íbamos cerca de su casa ya que nos daba mucho miedo sus ojos lechosos y parecía que no se movía.
Un día la anciana se levantó y abrió la ventana de par en par, y se fue. Todos los niños nos asustamos bastante ya que nunca la habíamos visto moverse. Al rato nos llegó un olor muy dulce, seguramente de una tarta o varías ya que el olor era bastante fuerte. Los más golosos no aguantaron más y tocaron a la puerta de aquella casa, todos fueron menos yo que tenía un presentimiento muy raro. La mujer escogió a unos diez niños y les dejó entrar en su casa. Los demás se quejaron hasta que cerró la puerta, todos parecían volver de un sueño y no se acordaban de sus amigos. Ni siquiera las madres que venían a por sus hijos se acordaban, muchas afirmaron no tener hijo o hija.
Por mi parte, acabé asustada y decidí ver que ocurría dentro de la casa, pero todas las ventanas estaban cerradas y no se podía ver nada. Sólo llegaba un olor a carne que a cualquiera le hubiera gustado probar. Fue entonces cuando descubrí el secreto de la anciana. 

2 comentarios:

  1. Me recordó en cierto modo a Hansel y Gretel, versión terror. Muy bueno.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por comentar ^^, me inspiró mucho el cuento.

    ResponderEliminar