lunes, 3 de diciembre de 2012

El secreto de la Luna Llena

Era un periodista muy prestigioso y siempre me documentaba sobre crímenes sin resolver y sobre todo daba mi opinión.
Este caso me resultaba fascinante, todas las lunas llenas un asesinato, la piel desgarrada y siempre arrastrado hacía el bosque, la mayoría muchachas jóvenes, con físico atractivo y la mayoría muy estudiosas. Me quedé en aquella ciudad investigando sobre los asesinatos, mi opinión sobre ellos y espiaba los datos de la policía, con sus posibles sospechosos, con el peligro de que me encierren en la cárcel. 
Un día en la cafetería más cercana al hotel, decidí sacar el ordenador y escribir parte del artículo. Una de las camareras me miraba con curiosidad y se acercó hablar conmigo, mirándome mucho el cuello, habrá descubrió algo que la asusto mucho. Tuve un poco de curiosidad, y decidí investigarla por sí tenía algo que ver con los asesinatos, hasta que me descubrió persiguiéndola, se asustó y traté de explicárselo. Pero su reacción fue diferente de lo que esperaba. Se rió y respondió
-No te tengo miedo, tú me deberías tener miedo.
-¿Por qué debería tenerte miedo? No pareces mala persona. Dije con intención de que me dijera algo
-Sé que sabes algo. Dije con nerviosismo.
Me miró con curiosidad y respondió
-No te acuerdas de mí, ¿verdad?
Me alejé de ella porque pensaba que estaba loca.
Recordé con miedo que ese día sería luna llena.
-No te alejes de mí. Dijo abrazándome.
-Hoy yo te cuido. Dijo con cariño.
Corrí por miedo a ella. Tenía una pista. Me fui al hotel y pude dormir plácidamente.
Al día siguiente desperté lleno de sangre y el cuerpo de otra muchacha deformada por las heridas.
Me acerqué a un charco de sangre y pude ver, reflejado, mi enorme hocico de lobo. Al lado vino otro lobo gigante cómo yo, que se transformó en la camarera con el primer rayo de luz, después me transformé yo.
-Vámonos. Dijo divertida.
-Vámonos lejos. Dijo y se transformó en un lobo enorme y blanco.
Por miedo a que llegará la policía me transforme en un lobo negro y corrí al lado de ella huyendo de mi propio monstruo.
Ví algo en ella que me gusto, común  conmigo, su instinto asesino.


 

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