martes, 27 de noviembre de 2012

Las apariencias engañan...



Ya era anciano, y me quedaban pocos días de vida. Tenía que saber a quién le daría toda mi fortuna. A mi nieta de apenas quince años sin padres, a mi hijo de cuarenta Augusto o a mi otro hijo de cincuenta.
Tenía la decisión tomada, ya que Augusto cuidaría de mi nieta Laura hasta que fuera mayor de edad.
Cuando tuve la decisión tomada, me dí prisa en decírselo a mis únicos familiares. Los tres se asombraron bastante. Augusto sólo tenía unas semanas libres antes de volver a viajar y trabajar sin descanso por el mundo. Laura estaría sola la mayor parte del tiempo y me daba pena. Y mi otro hijo José solo gastaba su dinero en el juego. El disgusto de mi nieta me sorprendió bastante.
-Abuelo, ¿cómo puedes darle todo el dinero a mi tío? -Preguntó muy triste
-Ya lo he decidido. - Respondí triste ya que ninguno se disgustaba por mi cercana muerte.
Ella se fue muy enfadada a casa de Augusto.
Al día siguiente Laura me llamó por teléfono muy asustada, alguien había asesinado a Augusto.
Lo encontraron en la puerta de su casa apuñalado y con la cartera. No era un robo, sino un asesinato.
Me puse lleno de ira, impotente, triste. Mi hijo muerto antes que su padre. Prepararon el funeral para dentro de unas semanas, para eso ya no estaría aquí.
Después de tres días. Vino la policía preguntando por José. Encontraron pruebas que lo incriminaban, las ganas de tener dinero y su adversario Augusto lo tenía todo. Pero no era posible, si hubiera sido él le hubiera robado el dinero. Así que lo dejaron libre y buscaron a otro culpable, mientras Laura y yo lloramos la pérdida con dolor. No quería pensar en el futuro de Laura. 
Vino José con dos cafés, uno se lo dió a Laura que lo vió con detenimiento. Sonrió y se lo bebió de un trago. A los cinco minutos José cayó muerto, Laura empezó a reír a carcajadas. Yo estaba en mi cama no me podía mover por las máquinas que habían instalado.
Laura me miró y dijo
-No me fió de ti, pero me gustaría contarte un secreto. -Dijo susurrandome al oído.
Yo quedé mudo sin saber que hacer. Ella siguió hablando.
-¿Te acuerdas del misterioso incendio en la casa de mis padres? -Dijo riendo.
-Si - Contestó ella misma.
-La única superviviente, que casualidad. - Dijo a carcajadas.
Me miró seria
-Qué mal, te acusaran a ti de matar a José. El veneno de ratas lo saqué de tu garaje, ahora quemaré la casa y tú en ella.
Ella no sabía que un policía había llegado hace tiempo y estaba detrás de la puerta.
Justo cuando iba a encender el fuego. El policía sujeto sus brazos y llamó a más refuerzos. Laura acabó en un hospital psiquíatrico y la fortuna a caridad. Se suponía que moriría en dos semanas, pero duré tres, al final de la segunda semana Laura se suicido.
 

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